viernes, 10 de febrero de 2017

El pato en la escuela


Cierta vez, los animales del bosque decidieron hacer algo para afrontar los problemas del mundo nuevo y organizaron una escuela. Adoptaron un currículo de actividades consistente en correr, trepar, nadar y volar y para que fuera más fácil enseñarlo, todos los animales se inscribieron en todas las asignaturas.
El pato era estudiante sobresaliente en la asignatura natación. De hecho, superior a su maestro. Obtuvo un suficiente en vuelo, pero en carrera resultó deficiente. Como era de aprendizaje lento en carrera tuvo que quedarse en la escuela después de hora y abandonar la natación para practicar la carrera. Estas ejercitaciones continuaron hasta que sus pies membranosos se desgastaron, y entonces pasó a ser un alumno apenas mediano en la natación. Pero la medianía se aceptaba en la escuela, de manera que a nadie le preocupó lo sucedido salvo, como es natural, al pato.
La liebre comenzó el curso como el alumno más distinguido en carrera pero sufrió un colapso nervioso por exceso de trabajo en natación. La ardilla era sobresaliente en trepa, hasta que manifestó un síndrome de frustración en la clase de vuelo, donde su maestro le hacía comenzar desde el suelo, en vez de hacerlo desde la cima del árbol.
Por último enfermo de calambres por exceso de esfuerzo, y entonces, la calificaron con 6 de 10, en trepa y con 4 de 10, en carrera.
El águila era un alumno problema y recibió malas notas en conducta. En el curso de trepa superaba a todos los demás en el ejercicio de subir hasta la copa del árbol, pero se obstinaba en hacerlo a su manera.
Al terminar el año, un anguila anormal, que podía nadar de forma sobresaliente y también correr y trepar y volar un poco, obtuvo el promedio superior y la medalla al mejor alumnado.
Esta fábula nos ayuda a reflexionar sobre la diversidad de las alumnas y alumnos en una escuela que es homogenización su camino y su meta. El niño tipo es el varón de raza blanca que habla el lenguaje hegemónico, que es católico, sano, vidente….En una palabra normal, él es propuesto como modelo para todos y todas.
Se ha vivido la diferencia como una lacra, no como un valor. Se ha buscado la homogeneidad como una meta, y al mismo tiempo, como un camino. Los mismos contenidos, las mismas explicaciones, las mismas evaluaciones, las mismas normas para todos.
Curiosamente se buscaba en la justicia el fundamento de esa uniformidad. Sin caer en la cuenta que no hay mayor injusticia que exigir lo mismo a quienes son tan diferentes.
¿ Sería razonable exigir un recorrido igual a quien puede avanzar sin obstáculos que aquel a quien se ha atado al pie una enorme bola de hierro? La bola de hierro de ser mujer, de ser pobre, de ser gitano, inmigrante, etc. Hay diferencias que exigen otra actuación política y educativa. Si uno es homosexual y otro heterosexual, la actuación pertinente no es igualarlos sino respetarlos. Amar al otro como es no como nos gustaría que fuese.
Cuando se ha calificado a algunos alumnos de “subnormales “ se les ha privado de expectativas, estímulos, menos éxito, menos felicitaciones, menos……etc. ¡ qué horror ¡ y ¡que error!
Esto mismo ocurre en todo grupo humano.

¡FELIZ REFLEXIÓN!
 Miguel Angel Santos Guerra

lunes, 6 de febrero de 2017

Había una vez un niño

Una vez un niño fue a la escuela. Él era bien pequeño. Y la escuela era bien grande. Pero cuando el niño vio que podía ir a su clase caminando directamente desde la puerta de afuera, él se sintió feliz, y la escuela no le parecía tan grande así:
Una mañana, cuando hacía poco que él estaba en la escuela, la maestra dijo:
¨ Hoy vamos a hacer un dibujo.
¨ Bien –pensó él.
A él le gustaba dibujar. El podía hacer todas las cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos..., y tomó su caja de lápices y comenzó a dibujar. Pero la maestra dijo:
¨ ¡Esperen! ¡No es hora de comenzar!
Y él espero hasta que todos estuviesen prontos.
¨ ¡Ahora! –dijo la maestra- Vamos a dibujar flores.
¨ ¡Bueno! –pensó el niño.
A él le gustaba dibujar flores con lápiz rosa, naranja, azul. Pero la maestra dijo:
¨ ¡Esperen! Yo les mostraré cómo se hacen. ¡Así! –dijo la maestra, y era una flor roja con tallo verde.
¨ ¡Ahora sí! – dijo la maestra -. Ahora pueden comenzar.
El niño miró la flor de la maestra y luego miró la suya. A él le gustaba más su flor que la de la maestra. Pero él no reveló eso. Simplemente guardó su papel e hizo una flor como la de la maestra. Era roja, con el tallo verde.
Otro día, cuando el niño abrió la puerta de afuera, la maestra dijo:
¨ Hoy vamos a trabajar con plastilina.
¨ ¡Bien! –pensó el niño.
El podía hacer todo tipo de cosas con plastilina: víboras y muñecos de nieve, elefantes y rabitos; autos y camiones... Y comenzó a apretar y amasar la bola de plastilina, pero la maestra dijo:
¨ ¡Esperen! No es hora de comenzar. Y él esperó hasta que todos estuviesen prontos.
¨ ¡Ahora! –dijo la maestra- nosotros vamos a hacer una víbora.
¨ Bien, pensó el niño. A él le gustaba hacer víboras. Y comenzó a hacer unas de diferentes tamaños y formas. Pero la maestra dijo:
¨ -¡Esperen! Yo les mostraré cómo hacer una víbora larga.
¨ Así! –dijo la maestra.
¨ Ahora pueden comenzar
El niño miró la viborita de la maestra. Entonces, miró las suyas. A él le gustaban más las suyas que las de la maestra. Pero no reveló eso. Simplemente amasó la plastilina, en una gran bola e hizo una viborita como la de la maestra. Que era una viborita larga.
Así luego el niño aprendió a esperar y a observar; y a hacer cosas como la maestra, y luego él no hacía las cosas por sí mismo.
Entonces sucedió que el niño y su familia se mudaron para otra casa, en otra ciudad y el niño tuvo que ir a otra escuela.
Esa escuela era mucho mayor que la primera, entonces había puertas afuera. Para llegar a su salón, él tenía que subir algunos escalones y seguir por un corredor largo para finalmente llegar a su clase.
Y justamente en el primer día, que él estaba allí, la maestra dijo:
¨ Hoy vamos a hacer un dibujo.
¨ Bien –pensó el niño. Y esperó a la maestra para que le dijera cómo hacer. Pero ella no dijo nada, apenas andaba por el salón. Cuando se acercó al niño, ella dijo:
¨ ¿Tú no quieres dibujar?
¨ Sí –dijo el niño-. Pero ¿qué vamos a hacer?
¨ Yo no sé, hasta que tú lo hagas –dijo la maestra.
¨ ¿Cómo lo haré? –preguntó el niño.
¨ ¿Por qué?- dijo la maestra- De la manera que tú quieras.
¨ ¿Y de cualquier color? –preguntó él.
¨ De cualquier color –dijo la maestra-. Si todos hiciesen el mismo dibujo y usasen los mismos colores, ¿cómo yo podría saber quién hizo qué, ¿y cuál sería de quién?
¨ Yo no sé- dijo el niño. Y comenzó a hacer una flor roja, con el tallo verde

¡FELIZ REFLEXIÓN!

Helen Buckley.

miércoles, 25 de enero de 2017

Los niños no son tontos.

"Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocos de ellos lo recuerdan." Antoine de Saint-Exupéry

¡Qué gran descubrimiento para el mundo educativo! Tras arduas investigaciones (leer este párrafo en modo "sarcasmo") hemos averiguado, al fin, que nuestros niños y niñas ni son tan tontos ni tan dependientes ni tan irresponsables como creíamos.

Y esto supone un grave problema porque la educación que les ofrecemos, en casa y en la escuela, está basada en este falso supuesto, con lo que nos vemos obligados a replantear nuestra forma de educar. 

La primera consecuencia es que debemos dejar de educar a los niños para el futuro, para el adulto que serán, y debemos empezar a educarlos para el presente, para la persona que son. Nuestra forma de enseñar se basa erróneamente en que los niños son seres incompletos, imperfectos, que deben tomar forma para convertirse en hombres y mujeres de provecho. La infancia es una etapa de la vida que tiene valor por sí misma, no es solo un periodo de tránsito.

Hay que dejar de sobreproteger a los niños, de darles todo hecho, de hacerles las cosas demasiado fáciles. Hay que proponerles desafíos y retos a los que deban enfrentarse con autonomía. Hay que permitir que experimenten, que se equivoquen, que se levanten cuando hayan caído... hay que educarles para que participen de manera activa y responsable de su aprendizaje en la vida. Solo así serán adultos creativos, con capacidad de tolerar la frustración, tendrán espíritu crítico e iniciativa para emprender proyectos vitales que les permitan ser felices en la vida. 

Antoine de Saint-Exupéry escribió también que "Los niños han de tener mucha tolerancia con los adultos" porque, aunque los educan como si fuesen incapaces de hacer nada por sí mismos, lo hacen con la mejor de las intenciones. Lo malo es que, aun haciéndolo con la mejor de las intenciones, el daño que se les hace repercute para toda su vida.

¡FELIZ REFLEXIÓN!


Salvaroj

sábado, 2 de abril de 2016

Redes sociales en educación: ¿Cueces o enriqueces?

A riesgo de parecer raro, me parece que el uso intensivo de imágenes que compartimos públicamente, la cantidad de redes sociales en las que estamos o el uso intensivo de los móviles, no está transformado definitivamente nuestras prácticas docentes.

Sigo observando un uso demasiado superficial de las redes sociales por parte de alumnos o profesores, Twitter principalmente, donde muchas cuentas son meros escaparates con escasa reflexión, pocos artículos o escasas interacciones relevantes para el elevado número de usuarios y profesores que poblamos el planeta tierra.

Sí es cierto que muchos hemos evolucionado gracias a estas redes, al uso de materiales compartidos en Internet o a las experiencias colaborativas que van surgiendo gracias a docentes generosos, comprometidos y con geniales iniciativas.

Sigo animando a compartir las experiencias en el aula, los libros leídos, las metodologías empleadas, los pensamientos, los blogs personales... No podemos quedarnos en simples publicadores de contenidos ajenos o fotografías resultonas de nuestras actividades académicas. Compartir la práctica docente es una actividad generosa que nos ayuda a trascender de nuestra aula y centro educativo. Compartir supone avanzar en el cambio educativo que necesitamos.

Proyectos colaborativos como "Dibújamelas", "Tertulias con sabor a chocolate" o los debates en Twitter con la etiqueta #XaTac5 son ejemplos de enriquecimiento mutuo. Sospecho que muchas veces, más que pocas oportunidades, es la falta de tiempo o las pocas fuerzas lo que nos impiden enrolarnos en nuevos proyectos con compañeros virtuales. Aún así, no podemos dejar pasar todas estas oportunidades de aprendizaje que nos ayudan a cambiar de perspectiva y rompen las dinámicas habituales del aula sin caer únicamente en modas pasajeras.

Podemos quedarnos aferrados a lo de siempre, cociendo lo mismo, "yo me lo guiso, yo me lo como...". O podemos enriquecer nuestra labor disfrutando de esencias exóticas y con nuevos convidados reales o virtuales en nuestro mismo pupitre.

¡FELIZ REFLEXIÓN!


EFePeando.

jueves, 3 de marzo de 2016

Dos caras de una moneda

La frase que promueve el MINEDU “TODOS PODEMOS APRENDER, NADIE SE QUEDA ATRÁS” compromete a los docentes a que pongamos todo de nosotros; aun haciendo maromas, para que los niños que menos saben, aprendan y logren alcanzar las capacidades y competencias esperadas. Bajo esta política se entiende entonces que de entre dos niños: uno que sabe y otro que no, se le debe dar más apoyo al que menos sabe, para revertir su situación y en un futuro mejore sus condiciones de vida.

¿Pero qué pensar cuando el MINEDU hace todo lo contrario y sigue relegando a los que menos saben?

Esta situación está pasando con los colegios COAR, anteriormente llamado Colegio Mayor Presidente de la República, en los que solamente están los que más saben, dejando relegados a los alumnos que menos saben, en la misma situación de necesidad y desesperanza. Contradiciéndose a su tan publicitada frase. 
Una de las políticas educativas de nuestro país es la EQUIDAD, sin embargo, todo eso es una farsa puesto que mientras en los COAR el gobierno invierte poco más de 7 mil dólares anuales por alumno en otras escuelas y colegios del verdadero Perú apenas y si llega a 100 dólares.
Por otro lado, los COAR nacen para ayudar a los alumnos con buen rendimiento académico pero que no tengan recursos económicos, es decir que sean pobres. Sin embargo, un reciente estudio indica que más del 60% de alumnos que actualmente estudian en los COAR son de condición económica alta.
Es hora que verdaderamente se invierta en todas las escuelas del Perú y no disfrazar más la educación olvidémonos de etiquetar a las escuelas como se viene haciendo actualmente: COAR, EMBLEMATICO Y COMUN Y CORRIENTE.
Dejemos eso para las empresas de telefonía que andan inventando planes, tarifas y servicios, a las cuales puedes acceder según tu solvencia económica.


¡REFLEXIONEMOS!

KarValSan

domingo, 28 de febrero de 2016

De vocación... Maestro

Esta historia demuestra que en el oficio de maestro (como en cualquier otro en realidad) lo más importante no son los conocimientos o habilidades que se tengan, sino la actitud con la que uno afronta cada día su trabajo.
Esta historia está dedicada a todos esos maestros, a todos esos profesionales en general, que se esfuerzan por dar lo mejor de sí mismos en su trabajo. A todos ellos gracias por creer que un mundo mejor es posible y, sobre todo, por intentar lograrlo. Para todos esos maestros “de alma”, de vocación, que, a pesar de la que está cayendo, se esfuerzan cada día por cumplir su compromiso con sus alumnos, sin excusarse en falta de medios o en la falta de una política valiente y consensuada para la formación. Es la hora de los valientes…
Hace años, un inspector visitó una escuela de primaria. En su recorrido observó algo que le llamó poderosamente la atención, una maestra estaba atrincherada detrás de su escritorio, los alumnos hacían gran desorden; el cuadro era caótico.
Decidió presentarse: - Permiso, soy el inspector de turno...¿algún problema?
- Estoy abrumada señor, no se que hacer con estos chicos... No tengo láminas, el Ministerio no me manda material didáctico, no tengo nada nuevo que mostrarles ni que decirles...
El inspector, que era un docente de alma, vio un corcho en el desordenado escritorio. Lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos preguntando: - ¿Qué es esto?
- Un corcho señor... -gritaron los alumnos sorprendidos.
- Bien, ¿De dónde sale el corcho?
- De la botella señor. Lo coloca una máquina.., del alcornoque, de un árbol .... de la madera..., - respondían animosos los niños.
- ¿Y qué se puede hacer con madera?, -continuaba entusiasta el inspector.
- Sillas..., una mesa..., un barco...
- Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja? ¿Quién hace un mapa en la pizarra y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito? Escriban a que provincia pertenece. ¿Y cuál es el otro puerto mas cercano? ¿A que país corresponde? ¿Que poeta conocen que nació allí? ¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar? - Y comenzó una tarea de geografía, de historia, de música, economía, literatura, religión, etc.
La maestra quedó impresionada. Al terminar la clase le dijo conmovida:- Señor, nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. Muchas Gracias.
Pasó el tiempo. El inspector volvió a la escuela y buscó a la maestra. Estaba acurrucada atrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden...
- Señorita...¿Qué pasó? ¿No se acuerda de mí?
- Si señor, ¡cómo olvidarme! Que suerte que regreso. No encuentro el corcho. ¿Dónde lo dejó?


¡FELIZ REFLEXIÓN!


La Mariposa y el Elefante.

lunes, 22 de febrero de 2016

Imagina que eres una semilia

Hay una escena en la película Bichos, de Pixar, que representa a la perfección la esencia del proceso formativo. Cuantas más veces la veo, más me siento identificado con el impetuoso Flick. La secuencia a la que me refiero pasa al principio de la acción y muestra una conversación entre Flick, la hormiga protagonista, y la pequeña Dot, la hija pequeña de la reina.
Ambas hormigas están discutiendo sobre sus mutuas limitaciones; Flick porque todo lo que intenta acaba en desastre, y Dot lamentándose porque es pequeña y no puede volar. En ese momento Flick intenta hacerle ver a Dot que ser pequeña no es tan malo. Flick intenta convencer a su pequeña alumna que ella es como una semilla, que con un poco de tiempo y esfuerzo acabará convirtiéndose en un poderoso árbol.
Este es el mensaje principal de la formación: ayudar a los alumnos a que descubran todo el potencial que atesoran dentro, todo lo que pueden llegar a ser a poco que se lo propongan. ¡Esto es educar! Ayudar al alumno a levantar la vista de sus limitaciones para poner la mirada en sus potencialidades. Nuestros alumnos son como semillas, rebosantes de posibilidades, que necesitan encontrar el terreno fértil en el que crecer. Y esa es nuestra labor como padres o maestros, ofrecerles nuestro apoyo incondicional para que puedan ser. Desmontar los “no puedos” y substituirlos por “¿qué pierdes por intentarlo?”
Flick busca una semilla para que le sirva de ejemplo, pero al no encontrarla recurre a una piedra. Entonces le dice: “Imagina que es una semilla”. A veces nos quejamos de falta de medios, de no disponer de todos los recursos que nos gustaría para poder trabajar con nuestros alumnos, y no nos damos cuenta que tenemos al alcance de la mano el recurso inagotable de la imaginación. “Imagina que…”, son palabras mágicas que predisponen a la acción, que activan la actitud de cambio. Visualizar nuestra meta, nuestro objetivo, en forma de poderoso árbol, nos da el empuje y la motivación necesarios para iniciar el camino.
Flick se deja llevar por la emoción de su discurso, siente que está transmitiendo a la pequeña Dot un secreto importante, casi vital. Sabe, que de entenderlo, ese mensaje le cambiará la vida. Pero, justo en ese instante, la pequeña lo devuelve a la realidad. “Pero si es una piedra”- dice Dot, destruyendo la magia del momento. Atónito, el joven Flick estalla en gritos, ¿cómo es posible que no lo entienda? (¿Cuántas veces hemos experimentado esta sensación?)
Sin embargo el aprendizaje ha surtido efecto. La pequeña Dot ha recuperado la sonrisa y, lo que es más importante, el mensaje de Flick ha anidado en su interior. En otro momento de la película, cuando es Flick el que se encuentra hundido y se siente fracasado, la pequeña Dot, que ya puede volar, le muestra una piedra. Sobran las palabras, Flick comprende que la pequeña entendió su mensaje. Flick recupera el ánimo, recupera la confianza en sí mismo y en sus alocados proyectos. ¡Hay que intentarlo!
Esta es la magia de la formación: Ayudar a creer. Ayudar a ser, a tener confianza en sus potencialidades, a no dejarse vencer por el desánimo. Quizás no tengamos todos los medios a nuestro alcance, quizás nuestros alumnos no siempre se muestren receptivos o entiendan todo lo que les queremos decir, quizás no observemos resultados de inmediato, pero… esa es la magia, un día despertará en ellos toda la confianza y el empeño, todo ese cariño que sembramos. Y entonces, sin necesidad de imaginar, se sentirán semillas capaces de ser árboles poderosos.

¡FELIZ REFLEXIÓN!

La Mariposa y el Elefante.